La reciente experiencia del gobierno de Syriza ha mostrado que cualquier voluntad democrática de cuestionar las políticas neoliberales y austeritarias tendrá que hacer frente al entramado institucional de la Unión Europea, con toda su diversidad y contradicciones. Es necesario por ello ver qué herramientas y qué estrategias pueden utilizarse para abordar los desafíos que la población europea se plantea cuando la UE se lo impide..
Por una parte, las instituciones oficiales de la Unión Europea, (Consejo Europeo, Parlamento Europeo, Comisión Europea, Banco Central Europeo, etc.), basados en los Tratados Europeos. Estas instituciones tienen un funcionamiento formalmente democrático, mediante distintos tipos de representación. Sin embargo, el alejamiento de estas instituciones de la ciudadanía, los principios neoliberales que están inscritos en los tratados, y el desmedido poder de los grandes lobbies industriales y financieros, hacen que sirvan en la mayoría de los casos para defender los intereses de una minoría. Por ello el movimiento popular debe plantearse qué papel pueden, o no, jugar estas instituciones en una estrategia de democratización de una Europa que permita políticas económicas y sociales más justas.
En segundo lugar, paralelamente a estas instituciones, se han desarrollado otras paralelas, no sometidas a control democrático, como son el Eurogrupo o la troika. Estas asociaciones o “clubes informales” como ellos mismos se definen en ocasiones, condensan el poder político del capital financiero y han aparecido, en calidad de “acreedores”, como los verdaderos dictadores de las políticas económicas de los países de la periferia. Mediante el chantaje y la amenaza, han logrado imponer sus políticas a un gobierno que se encontró con muy poco margen de maniobra. Ante esto, cualquier estrategia que pretenda emanciparse de la austeridad debe plantearse de qué herramientas políticas y medidas económicas debemos dotarnos para enfrentar este chantaje.
En esta disyuntiva, la cuestión de la moneda única se ha situado como central. Un día símbolo del progreso económico y el acercamiento entre los pueblos de Europa, hoy el Euro aparece en muchos casos como un yugo que obliga a los países del Sur a someterse a políticas económicas absolutamente contraproducentes. El debate estratégico está abierto. ¿Admite la institucionalidad europea una reforma a fondo del Sistema Euro?.¿Cuáles serían las consecuencias de una ruptura del euro? ¿Es posible una salida del euro progresista, y en qué condiciones lo es? ¿Hasta dónde debe estar dispuesto a ceder un gobierno para evitar una expulsión de la moneda única? ¿Hay herramientas intermedias como sistemas de pago paralelos o monedas alternativas que pudieran dar más margen frente a las imposiciones del BCE y la troika?